viernes, 23 de diciembre de 2016

Amar, morir, sobrevivir

He bebido en las acequias de la nada,
la impronta levedad, que la negación profunda,
deja en las heridas recientes.

He sentido el frío hálito de la desesperanza
y la neblina ocasional,
que en los ojos se produce,
cuando ante el calor sofocante de un enojo,
la lágrima se evapora 
y queda una costra dolorida,
que apenas llega a cerrar,
la angustia vital del alma.

Adiviné la muerte del brillo, que en mis ojos,
declaraban una ilusión, que en la fe 
y en la confianza, nacían.

Ahogué mi llanto, entre los cristales 
de mi soledad
y despiecé todas las ausencias,
para sobrevivir, a duras penas,
paseando en el cementerio,
donde había sepultado mi ánimo.

Escrito en Diciembre 2016 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".

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