jueves, 8 de diciembre de 2016

De Agua, Ámbar y Miel

Como oscuras cascadas, 
tus cabellos de agua, descienden,
desde tu cabeza, hasta el cuello 
y remontando la curva de tu espalda,
desciende hasta tus caderas.

Vestida de lluvia imprevista, en tu desnudez 
y a merced del viento,
que esparce tus cabellos
y los abre en abanico,
mostrando así, la belleza de tu cuerpo 
en la grácil forma de tus senos.

Adivinarte es un juego, que emerge
del rubor oculto y de la absoluta curiosidad,
de descubrir tus misterios.
Agua en tu cuerpo y tu clara mirada,
en transparencias de luz 
y reflejos que duermen
entre tus cejas.

La candidez de tus senos,
en palo de rosa y leche,
brota hasta los labios, que desean
perpetuarse en el beso.
Abrazo tu cintura con ternura de brisa
y mis ojos se posan sobre ti,
mientras mis manos, erizan tu piel en la caricia 
y mi voz susurra palabras de amor
a tu oído.

Cálida y húmeda, ámbar y miel,
en tu cuerpo tensado en el deseo
y relajado, ante el leve soplo de mi voz
y la ternura, que de mis labios,
poso sobre tu cuerpo.

El hallazgo está en el brillo de tu mirada
y el rubor que acude a tus mejillas,
arreboles de belleza, prístina 
y delicada.
Piel de pétalo de rosa 
y seda en el tacto, que tus blancas manos, posan sobre mi piel,
al tiempo que mis párpados se cierran,
para sentirte con mayor intensidad.

Escrito en Diciembre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"
 


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