la tenue vibración o la incomodidad
de ese instante, que nos parece perpetuo,
porque tarda en abandonarnos.
Pasa rauda la luz y el embrujo que un perfume
deja en el aire y lo impregna con su aroma.
Distancias cortas, en las que se adivina
el contacto de dos cuerpos o esa química,
que un beso logra, haciendo que despierten
las pasiones dormidas.
Un cruce de miradas y las rodillas se separan,
hablan los cuerpos, con la dificultad
de ese jadear que no desea hacerse notorio.
Se acomete con la suavidad del verbo
y la caricia, cuando las promesas son visibles,
por el deseo creciente del contacto...
Piel con piel, para perpetuar
ese instante mágico.
Misiva de amor que sella un beso,
aún con los labios húmedos.
Escrito en Abril 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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