sin la opacidad de la sombra,
pero con la clemencia del sol.
Guiado por la intuición,
paseo por caminos empedrados en siglos,
con mis zapatos cómodos y una mochila
con ilusiones, dos libros y una agenda.
El sol, acostado sobre mi espalda
y un horizonte por seguir, interrumpido
por viejas casas que tosen sus edades
a través de las chimeneas.
Huele pan reciente y viandas de cerdo,
colgadas en torno al hogar.
Un caldero de cobre y aperos de labranza,
coronados por algunas mazorcas secas
de maíz, destacan en un pequeño almacén.
Se detiene el tiempo y durante
una amena conversación, nos trasladamos
a una edad remota, donde la bombilla
no existía ni en la imaginación.
Las campanas de la iglesia marcan las horas
de las misas y los pájaros
sobrevuelan el campanario, bajo un cielo
tan azul, como efímero...
al calor de la tarde.
Escrito en Abril 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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