jueves, 30 de mayo de 2019

Dominados por el pánico 

El esperpento se alimenta tanto del miedo,
como de la ignorancia.
Se acuesta a nuestro lado cada noche
y marca su pulsación sobre los dientes
que crujen con un pronunciado roce,
( cerradura herrumbrosa, que impide
que la voz prolifere en su recorrido ).

Tan sólo un hilillo se escapa
en un suspiro entrecortado.
El temor no conoce límites, crece y se agranda
sin ser visible y la noche se muestra
propicia al espanto.
En la penumbra, las sombras sin definir,
desencadenan una tensión cinética
sobre todos los músculos y un soplo helado
recorre la columna vertebral.

El aliento es vapor enquistado,
ante la lágrima sólida que hiere
el ojo expectante e impávido,
preso de una mudez inviolable.

Todo atisbo de comprensión
de la imagen aberrante,
que genera en la mente el terror,
es totalmente inválida.
El pecho da un salto al vacío al sentir angustia
y la piedra se hace notoria y palpable
en la epidermis erizada y sorprendida.

Escrito en Mayo 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”



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