lunes, 27 de mayo de 2019

La flor de loto sobre el mandala del Universo 

Toda la música huele a nardo y jazmín,
palpo sus aromas, pulsando las cuerdas
de la consciencia etérea.

La tierra se mueve bajo mis pies
y se desplaza, mientras mi voluntad, vagando,
atraviesa las finas capas del aire
sin densidades, ni enredaderas subyacentes
en las aguas de algunas de mis emociones.

Caronte descansa en la paz del fondo
de este lago triste, oscuro y absurdo.
Realizo el viaje solo y sin temor,
desvestido de todas las pieles
que fuí dejando en el camino de las edades,
acercándome a beber
el agua de la inmortalidad .

No me importa fragmentarse y extender
la textura de mi alma, siendo uno
con la insondable unicidad del universo.
Verso único que crece en su propia metáfora
y que se amplía en la radiación mística,
que largo tiempo busqué, cuando la vida
era una  flor que ignorábamos que llegaría
a marchitarse.

Escrito en Mayo 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".



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