miércoles, 8 de abril de 2020

Cuando se queman nuestras alas.

Sobre un cristal caliente se muestran
los filamentos incandescentes,
emulando al sol como fuente de luz.
Una triste puesta en escena para las polillas,
que sucumben llevadas
por su excesiva curiosidad, ignorando
que esa luz también es fuente de calor.

Así el ser humano, deslumbrado
por su efímera fama, pierde su libertad
y su facultad de volar, siendo quien siempre
ha sido y al intentar sublimar su "Ego",
se le queman las alas de la pureza
y honestidad.

Queda atrapado por una luz extrema
que lo devora, mientras se va apagando
la lamparilla que daba luz a su "Yo" verdadero
y a su ser más auténtico.
Después del éxtasis de la fama,
la falsa deidad cae de su pedestal
y se sume en la penumbra del olvido.

Dejó de producirse el milagro, que parecía
cambiar su vida.
Lo peor es la incapacidad de poder volver
a soñar y volar.
Tan sólo la amargura y la soledad
son las compañeras que no van
a abandonarle.

Escrito en Abril 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".

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