martes, 28 de abril de 2020

Piedras, Piedras, Piedras.

Las piedras no vuelan solas, necesitan
de la mano que las lance al aire
para surcar el vacío en loca carrera.

Acaso el musgo sea verde,
 por una trasnochada esperanza
de nueva vida, tras la inerte existencia
acomodada en la piedra.

Gris semblante el de la piedra,
rostro inexpresivo, que el tiempo moldea
con viento, lluvia y hielo.
Nadie oye el lamento de las piedras
por su mudez de siglos,
pero perduran en el dolor, haciéndose
duras de semblante, hasta que la inercia
de las edades son capaces de desmenuzar
sus cuerpos en arenas o sepultar su grito
bajo varias capas basálticas.

Una piedra que cae en el vacío,
es la voz incomprendida que queda
sumida en el olvido, precipitándose
desde la sima más elevada
de su realización.
Antes corona en la cúspide o cima
de una majestuosa montaña,
ahora golpe sólido del eco,
que trata de alcanzar la superficie.

Escrito en Abril 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


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