que escapa entre mis manos.
Ni siquiera un instante se retiene,
su forma no es física, son sensaciones
que componen el espectro de luz,
que somos capaces de atesorar...
tan sólo en nuestra memoria.
Todas las líneas se alargan hacia el infinito,
pero no convergen y se deforman
en interminables espejos de agua
o emociones.
La mente es un caballo sin bridas,
que galopa perseguida por el tiempo
y cada instante es un grano de arena
en el vasto desierto de una infinita eternidad.
En cada uno de nosotros hay rescoldos
de fuego que quieren perpetuar su llama
y cenizas en sombras extendidas
sobre nuestro camino, de aquellos seres
que a su paso, impregnaron nuestras retinas
y algunos llegaron a calar con su esencia,
en lo más íntimo de nuestra alma.
Escrito en Abril 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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