siempre de frente, con nuestra mirada
dirigida hacia otros ojos,
sin mimetismos dialécticos,
ni falsas moralidades.
Desnudar el alma, solamente ante aquellos
que nos muestren su desnudez, sin ornatos
ni apariencias.
Comprender que para caminar con firmeza
y decididos, sólo necesitamos un camino
y la resolución necesaria para iniciar el paso.
Llorar lo justo para no secarnos
en las emociones o anegarnos en lágrimas,
cuando hay tanto por lo que reír y celebrar.
Reír y gozar sin desencajar las mandíbulas
y no alcanzar la pretensión de ignorar
que somos seres humanos, viviendo
una experiencia humana, caminando
y evolucionando hacia la Luz.
Creer que todo es posible, si nuestra fe
y nuestro arrojo son mayores
que nuestros temores e indecisiones.
Dejar al final un legado, tras nuestro paso
por la vida.
Tan sólo la herramienta útil, que otros
puedan necesitar para continuar la labor
que un día hemos iniciado.
Escrito en Mayo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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