contra la sinrazón y las corrientes
que arrastran los destinos
entre barro y piedras, cuando las lluvias
pierden su misericordia y descienden
desde un cielo ofendido para limpiar la tierra
de la ignominia creada por el ser humano.
Cuando la frágil alma se funde en un sólo ser
con la naturaleza, nuestra madre nos acoge
y entrega sus frutos.
Nace entonces una paz, que no conoce
más conciencia que preservar la existencia
de todos los seres vivos en una armonía,
que roza la perfección y el equilibrio.
Nada debe ser alterado,
para fluir constantemente y evolucionar
desde el origen de la ciega crisálida
hasta el ser de luz, cuyas alas resplandecen
como el sol, contemplando
todas las irisaciones del espectro luminoso
y todas las virtudes, que aún
no siendo visibles, dejan su constancia
en cada milagro acaecido por sus actos.
Escrito en Mayo 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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