ante las atrocidades sólo vencidas
por las cúspides más altas
o las profundidades oceánicas más severas.
El aliento roto en el desánimo y los ojos
en alto vuelo, intentado alcanzar los sueños
que nos negaron.
Los temores y las dudas, fueron imposiciones
para “ protegernos de todo”, menos de
nosotros mismos.
A veces nos miramos en el espejo,
tratando de atrapar nuestra marchita juventud
y todas nuestras indecisiones,
pero únicamente vemos el cuerpo desnudo,
que muestra lo que ahora somos y evitamos
poder haber sido.
Hay arañas que pululan en nuestra memoria,
incapaces de devorar nuestros remordimientos
y así, el pasado vuelve, dejando atrás
el tono sepia de la melancolía, para encender
el rojo ebrio de ira, al contemplar
todo aquello que abandonamos.
Nuestro camino en el pasado se desdibuja,
borrando todas nuestras huellas
y hoy soplan vientos nuevos, pero esta vez...
sujetaremos bien fuerte nuestros sombreros,
para que nadie vea lo que pensamos
y puedan robarnos el brillo de cada una
de nuestras ideas, brotando libres
desde nuestras mentes
Escrito en Diciembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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