de un ángel.
El pecho se me abría, como manantial
que quiere recoger destellos de luz,
entre sus aguas.
Sonaba un canto de aves y los pétalos
de algunas flores, danzaban en el aire,
celebrando las tenues caricias de los primeros
rayos de Sol...¡Tan temprano!
¡ Tan de mañana!.
Las dulces notas de una armónica
pulsaron el silencio y los párpados semicerrados, abrieron el alma toda,
ingrávida, sin densidad, aérea y sutil,
en un preludio de gozo, que pronto
formaría un coro de algarabía, manifestada
en todos mis sentidos.
¡Fué la mañana feliz, de un gran día!.
Escrito en Diciembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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