y en el suelo hay un brillo acharolado
por el agua. El ojo muestra una pupila
gris por la tristeza y una pesadumbre,
que anuncia la tormenta que sentimos
tan próxima, como inusitada en nuestra
sorpresa.
Algo de acíbar en la boca, rezuma su amargura
en los paladares y hasta la dulzura de la miel
se agria, cuando el frío penetra
bajo los edredones desplumados
de una zona de confort deshabitada.
Uno se sobrecoge, mientras sus pensamientos
pierden la consistencia de sus realidades
y asoman los suspiros desde las contracciones
del alma, cuando ya se ha perdido
un horizonte de luz derramándose
sobre los cabellos, que graciosamente caen
en una fuga inusual sobre los pesados hombros.
La acción de los días,
derrite sus consecuencias de plomo,
sobre las conciencias que merman
en una vacuidad de ilusiones, que se fueron
deshaciendo lentamente, sobre el engranaje
de las horas perdidas.
Escrito en Diciembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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