jueves, 24 de diciembre de 2020

Un beso sella los labios, para que hable el alma.

Hay besos que nos dan vida y aliento
y sentimos en los labios su fervor,
pues nos sirven para hallar en su sustento,
la primicia que nos llega con su amor.


Luego hay besos que producen una herida 
y nos dejan el sabor de una traición,
esos besos que destrozan nuestra vida,
cuando sientes que te han roto el corazón.


Sólo hay besos, que nos brindan complacencia,
si han brotado de unos labios inocentes,
que nos duelen, si perdiendo su inocencia,
se han tornado en lascivos e indecentes.


Pues un beso es un roce, una caricia
de unos labios que en su entrega hay sólo amor,
se deprava su intención, si la malicia
nubla el cielo, donde se halla su pudor.


Ese beso, ha de ser como las mieles,
que destile su ternura en leve roce,
el contacto, que al besarse las dos pieles,
estimula la pasión y crece el goce.


En un beso no ha de haber jamás engaño,
ha de ser por ese amor, tan deseable,
que no deje en su huella, ningún daño
y permita en su mudez, que el alma te hable.


Escrito en Diciembre 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







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