de entre las oquedales
de matriarcales huecos, vencidos
en vuelo de golondrina y ojos volados
al infinito.
Una arruga, marca un rictus,
con su siniestra muesca, al igual
que el labio se cae hacia abajo,
arrastrado por el vértigo de la tristeza.
Mi cabeza es un botón desprendido,
de las casacas de los aburridos desfiles
y he desayunado la acritud, con mermelada dulce
y sonrisas extraviadas,
para sobreponerme a la agonía
de los días sucedidos,
entre lápidas, abiertas al deseo
y las continuas tormentas,
que se originan en la razón.
Escrito en Noviembre 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
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