Con la lividez de un hueso
desnudo de carne y una tintura
violácea oscura, rodeando el contorno
de sus ojos.
Dientes de pobre oficio y una delgadez extrema, en la que las venas se veían,
surcando su cuerpo bajo su piel,
como tristes ríos de un azul melancólico.
Demacrada.
Su cuerpo era un suspiro inacabado
y su mirada, una tenue luz traslúcida,
que agonizaba en sus ojos.
La vida huía despavorida, no sé
si por voluntad propia o presa del terror,
ante esta espectral visión.
Demacrada.
Un viento nocturno se la llevó en brazos,
dejando aromas de incienso y gasas negras,
rasgadas por una estrella o una uña feroz,
que se hundió en ese limitado lapsus de vida,
que inútilmente la cortejaba sin éxito.
Escrito en Mayo 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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