que ilumine nuestra vida sin herir
nuestros ojos .
Llamamos a las puertas sin aldabas
y nos duelen los puños, si no nos abren.
Los oídos viajaron a las habitaciones
más lejanas, donde no llega la luz, ni ese
destello de inteligencia,
que a veces mostramos,
para dejar constancia de que seguimos vivos,
en ese inusual desplazamiento de la razón,
hacia los márgenes del entendimiento.
Se propaga la voz como un virus en el aire,
que desea esa notoriedad, que sólo el eco
es capaz de repetir, durante la ausencia
de cuerpos endebles, que se marchitan
entre las rosas del crepúsculo.
Escrito en Mayo 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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