y sus estrechos lazos, que impiden
el paso de las emociones,
hay una leve esperanza.
Aún las hojas de hierba reverdecen
bajo un manto de fina lluvia
y una brisa como susurro,
lame con su voz las laderas
de los montes.
Hay un requiebro del día,
entre dos luces, cuando la noche
abre sus negros ojos
y su rutilante mirada, en mil estrellas.
No quiero perder ese instante
en que cada ruptura, abre un nacimiento
a un nuevo milagro de luz y claridad.
No quiero perder cada instante
que va cayendo sobre mi camino,
como huellas que se pierden en el olvido.
Quiero ser y estar,
gozar de cada momento,
desde mi espacio impreciso,
desde mi dudosa eternidad.
Escrito en Agosto 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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