martes, 8 de octubre de 2024

En un torrente de emociones.

Nos precipitamos en la alegría,
 con la espontánea lágrima en las despedidas,
esperando un nuevo encuentro.


Arrecifes somos en la tristeza, perdidos 
en los abismos de sus gargantas.
Entonces, la lágrima tiene la densidad 
del agua marina o de los fluidos que engendran 
en el dolor, una perla purísima, cuya belleza 
se forma en esa ruptura interna de nuestro 
ánimo.


Sabemos del vientre seco y la angustia.
Sabemos del amor y del fluido rojo que,
en la emoción transita por nuestras venas.


Ignoramos acaso el vacío, al descender 
violentamente hacia los márgenes del olvido,
cuando tratamos de atesorar un tiempo que,
como agua temerosa, discurre entre
nuestros dedos.


Nos precipitamos si, presos de la emoción,
fluyendo en el ánimo, vertiginosamente 
desbocado.
Sin control, como en los rápidos 
de una cascada que, al río acude para calmar 
sus ansias de libertad, en medio 
de una dicha desmedida que,
deseamos perpetuar en el sínodo de todos 
los imposibles.

Escrito en Octubre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

 Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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