con la espontánea lágrima en las despedidas,
esperando un nuevo encuentro.
Arrecifes somos en la tristeza, perdidos
en los abismos de sus gargantas.
Entonces, la lágrima tiene la densidad
del agua marina o de los fluidos que engendran
en el dolor, una perla purísima, cuya belleza
se forma en esa ruptura interna de nuestro
ánimo.
Sabemos del vientre seco y la angustia.
Sabemos del amor y del fluido rojo que,
en la emoción transita por nuestras venas.
Ignoramos acaso el vacío, al descender
violentamente hacia los márgenes del olvido,
cuando tratamos de atesorar un tiempo que,
como agua temerosa, discurre entre
nuestros dedos.
Nos precipitamos si, presos de la emoción,
fluyendo en el ánimo, vertiginosamente
desbocado.
Sin control, como en los rápidos
de una cascada que, al río acude para calmar
sus ansias de libertad, en medio
de una dicha desmedida que,
deseamos perpetuar en el sínodo de todos
los imposibles.
Escrito en Octubre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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