los cabellos de alga,
necesariamente absortos, ante el devaneo
de las olas que, se inscriben en círculos
concéntricos, deteniendo la maquinaria
del tiempo, sobre los estantes abandonados.
Una muchedumbre acalorada, grita
para vencer al viento y un torrente
de controvertidas opiniones, descienden
por el cauce de la razón, parcialmente
inhabilitada.
Hay una seda que, predomina sobre
los nefastos cuencos vacíos de los silencios
y se enajena una mirada que intenta alcanzar
el vértice de cada cumbre inexplorada.
No hay límite posible, sobre un horizonte
imaginado y toda presunción de solidez,
se desdibuja en cada paso que dejamos
detrás, en nuestro recorrido.
El ambiente se clarifica, al batirse violentamente, en pugna contra nuestras
contradicciones y desde la espesura,
brota una famélica luz, dividida en dos
cotiledones.
Nada que ver, si antes no imaginamos
que somos entes, con la capacidad
de afirmar que, la afinación de nuestra voz,
se debe al impulso calladamente secreto,
de nuestro espíritu en vías de proyección,
hacia una total expansión.
Escrito en Octubre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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