pero la luz prevalece,
mientras en su brillo crece
y a la sombra la disuelve.
Así es la vida que, incierta,
en su entregada existencia,
varía en su consistencia,
antes de cerrar su puerta.
A la espera, en una esquina,
la muerte aguarda sin prisa
y su soplo es como brisa
engañadora y ladina.
Se lleva la juventud
o la vejez imperiosa
y no pretende otra cosa
que calmarse en su inquietud.
La vida tiene paciencia
y admite que, de su suerte
se ampara y nutre la muerte
y es también su consecuencia.
Nacemos para morir,
pero ¡Es tan bella la vida!
que la muerte nunca olvida
el tiempo que se ha de vivir.
Y nos concede en su espera
un tiempo para gozar
en el misterio de amar
y sentir su luz primera.
Cuando la vida se apaga,
se enciende una fe y se siente
al florecer su simiente,
que la vida se propaga.
Escrito en Octubre 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz “.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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