y sin duda es el que yerra,
posa sus ojos en tierra
e ignora el azul del cielo.
Nunca eleva su cabeza
y en el limo material,
su vida será un erial
debido a su gran torpeza.
Nunca verá la belleza
que brota a su alrededor,
los campos con su verdor
y el aire con su nobleza.
En su nefasta actitud,
camina como el ganado,
porque jamás ha observado,
que esta dicha es la virtud,
de quien contempla la flor
y al tiempo que la disfruta,
se transforma en dulce fruta,
bajo un suave resplandor.
Porque el cielo es todo amor
y por su naturaleza,
brinda a quien ve la belleza,
sus dones con su esplendor.
Escrito en Enero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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