martes, 23 de enero de 2024

Una muchacha triste.

Los pechos de aquella muchacha triste,
sabían a papel mojado y a sal.
Sus cartas amarillentas se deshicieron 
entre lágrimas, mientras las apretaba 
queriendo recobrar en su memoria,
un  amor perdido.


Lejos de allí, bullía la ciudad, masticando 
el asfalto bajo el sol y sus chimeneas 
vomitabancon una tos agria, el humo 
pernicioso de las fábricas industriales.


Nada se detuvo en las calles 
y sobre los tejados, algunos pájaros 
hacían sus nidos, con más celo 
que esperanza.
Hubo un instante de piedad y la lluvia 
descendió en un mimetismo solidario.


Una muchacha triste, ajada y sin embargo,
con toda la vida por delante.
Sólo debía apartar de su alma la oscuridad 
de su angustia y el sabor acre de unos besos,
que no fueron verdaderamente sentidos.


Escrito en Enero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.



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