sábado, 27 de enero de 2024

Melancólicamente hablando.

El tiempo quema nostalgias, ardiendo 
en las esferas de los  relojes dormidos,
Se rompe una manta en jirones, para ocultar 
la desnudez ante la escarcha 
de las frías miradas.


El frío marmóreo de la indiferencia, 
tiene aristas que cortan la flemática impasibilidad subyacente en las órbitas 
de los ojos extenuados y un caramelo 
abandonado en la acera es pasto 
de las hormigas.


Tus caderas tienen alas, que se agitan 
con el vuelo de tu falda y hay una migración 
de aves, cuando ríes de forma alocada.
Hoy se desayuna tarde, por la pereza 
de movernos desde las cálidas sábanas,
hasta un suelo triste que lee cada una
de nuestras pisadas.


He sentido un arrebato de melancolía
y la voz huía en hilillos finos a hurtadillas,
sin romper la magia del silencio.
El alma es una ventana sin postigos,
en la cual entran y salen las emociones,
dejando una huella de hondo pesar.


Todo lo que no perdura, deja tras de mi ánimo 
una estela muda y un rictus sobre el rostro,
que termina con la mordedura del labio y 
un ceño fruncido, que obliga a cerrar los ojos 
y abrirlos de nuevo, para trazar una línea,
sobre un horizonte, donde perder 
nuestra mirada.


Escrito en Enero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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