miércoles, 3 de enero de 2024

La tristeza tiene un color en mi vida.

La tristeza es elástica 
y se adhiere fuertemente, cuando la nostalgia 
aparece desde los rincones oscuros, 
brillando con fibras de asbesto, que impiden 
respirar adecuadamente.


La maldición se hace visible en la sensibilidad 
de unos ojos que naufragan entre lágrimas,
dejando la sal entre los párpados.
El aire se contrae y la respiración se detiene,
retenida entre los huesos, que sirven de prisión
a unos pulmones que exhalaron 
un último aliento por un amor perdido.


Permíteme morirme contigo, pero no a tu lado.
La nostalgia es más grande en el valle
de la soledad y los cadáveres no sienten,
cómo el vapor de mercurio emerge,
cuando el cuerpo es consumido por la inercia 
de un tiempo estático, sin el amargo sabor 
de una tristeza, cuyo fondo gris queda
impregnado en las paredes del alma.


Hoy estoy profundamente triste, pero a nadie 
le importa, sólo a mí, y este es un dato 
que no tiene la menor relevancia.


Escrito en Enero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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