el silencio que sella mi boca.
Mano lívida y fría, que tiene el color
y el aroma de una rosa blanca, entre gélidas
gotas de rocío.
Tus labios trémulos se posan sobre mis labios
vencidos y una sacudida o temblor,
se agita en mi interior.
Vibro como las cuerdas de un violín,
pulsadas por una mano experta
y en mis!oídos, suena la música celestial
de un susurro, que va apagando las velas
y encendiendo mi ánimo.
Sujeto el tiempo al cogerte de tus caderas
y me aproximo a tu cuerpo, esta vez ardiente
y severamente incendiado por el roce sutil
de nuestras pieles.
Nuestros poros destilan el perlado sudor
de una combustión amorosa, que se origina
en nuestras almas.
Hacia el cielo, emerge el vapor
de nuestros alientos, formando nubes
que emocionadas, lloran de alegría
al observar la magia de nuestro encuentro
en una tangente cercanía.
Escrito en Enero 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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