para sucumbir en la tierra.
Sintiendo la humedad de su vientre
y los escuálidos dedos de los árboles,
entre aquellos que dejaron esta vida,
para quedar sumergidos en el olvido,
a tres metros de profundidad.
El aire es el espacio infinito, libre de impurezas
sólidas.
Un sol de oro y una luna de estaño o plata.
Un cepillo, para atusar los cabellos
de las nubes y una distancia que duele,
ajena al mundo.
Cayendo en la tierra, como fruto descendido
del árbol del conocimiento.
Salvemos lo que aún es salvable,
en la conciencia de nuestras memorias
y ricemos todas las esferas que, el tiempo
tiene atrapadas en su caja de cristal.
Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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