de los pájaros, despertando al día con sus trinos.
El vuelo de las mariposas, con alas de cristal
iridiscente y el murmullo del río, que parece
hablar de secretas confidencias, que el bosque
guarda.
El verde terciopelo del musgo, con su púbica
humedad de virgen de hiedra, coronada,
tal vez por la reina de las hadas,
con una diadema, alrededor de los cuerpos
estáticos de los árboles.
La paz y la quietud del bosque, otrora sentida
y disfrutada, sin la celeridad de un tiempo
de arrebato insomne.
Esa paz devorada por estructuras de hierro
y hormigón.
Paz silente y latente en el devenir lento
y pausado de un día, que atesora
cada instante, desde la virginal aurora,
hasta un crepúsculo incendiado
sobre el horizonte.
Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario