lunes, 7 de julio de 2025

Un manto de Verde Selva.

¡Oh, selva! Tus raíces silenciosas, emergen 
apenas de las profundidades, asomando 
en la superficie.
La verde y plácida hierba, oculta el sonido 
genuino de las aves silvestres, y el gemido 
del viento, merodea entre tu ramaje oscuro 
y profundo.


¡Oh, selva! Líquen de pubis, secretamente 
custodiado por los tallos, masculinamente
erguidos, de los robles más ancianos.
Enaguas de blanca niebla, visten la desnudez 
del árbol herido por un rayo, en la vastedad 
del bosque.


Selvática es la densidad del corazón más 
antiguo del planeta, que emerge entre
barbados helechos, para mostrarse
ante una luz diamantina, que juega con 
la rumorosa voz del río.


Joven río o arroyo incipiente, jocosamente 
divertido con discretas carcajadas que
el agua convierte en sus gargantas,
en una precipitación entre sus dientes,
sorteando rocas y riscos, en su descenso 
hacia un lejano mar, para morir un poco,
hasta que las nuevas lluvias, vuelvan a llenar
sus cauces en el torrente.


¡Oh, selva! Agua y verdor, líquen o musgo 
sobre la inerte roca. 
Roca de cuerpo desgastado
por la humedad perenne,
bajo la sombra, en la que retoña
una luz cálida en el secreto boscaje.


Verde selva, de hojas desprendidas 
bajo el hechizo de una brisa que naufraga 
en la quietud de la tarde.

Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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