sobre los párpados de las dunas del desierto.
Los diminutos granos de arena, se pierden
en los relojes, mientras van descendiendo
hacia su origen.
El instinto crece, cuando la serpiente sale
de su escondrijo y muerde en el corazón mismo,
de una ansiedad dormida.
Hay algo de cierto y tenebroso, en la sombra
que proyecta una mano asesina, frente
a un torrente de luz, y en las esquinas
de las bocacalles, se esconden
los vicios urbanos, para no ser descubiertos
por los impíos, que manejan los hilos
de nuestros destinos.
No cabe más angustia que el hambre,
en los estómagos vacíos y desde las cabezas,
desahuciadas de sus coronas, brillan
las interrogaciones, como neuronas retorcidas,
que intentan huir de una vida absurda
sin respuestas.
Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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