de una sonrisa, desbordando los límites
de la boca, o el jugoso aroma de una palabra
fresca y reciente, nacida del pensamiento
más puro y generoso.
Nunca antes, el abrazo establecía
una conexión entre las almas, sin ninguna
interrupción en la frecuencia amorosa,
que era emitida.
Crecimos en las angostas calles, devorando
un tiempo que no asumimos como nuestro,
y sin embargo, sentíamos el agua de lluvia,
resbalando bajo nuestros pies, obligándonos
a reconocer que, todo fluye hacia nosotros,
como una levedad de agua promiscua,
que declara su constancia y despierta
en nosotros la necesidad de cambiar
de calzado, o acelerar el paso,
buscando refugio.
La vida, nos fue mojando y empapando
de instantes, para despertar la consciencia
de un momento único, en el que sentimos,
que todo se mueve bajo nuestros pies.
Nosotros inconscientemente,
hemos provocado dicha acción.
Somos y estamos en la permanencia
de unas horas volátiles,
que se escapan de las esferas de los relojes.
Nunca antes, supimos de nuestra presencia,
ocupados en esa huida de los recuerdos,
intentando recuperar el tiempo presente.
Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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