Si el corazón late apresuradamente,
se propaga el fuego en una hoguera encarnada,
que desde la sangre brota.
Un impulso que dulcemente agrede a la vida,
con un fluido torrente de sentimientos.
El desvarío en la razón se precipita como
lluvia incesante, cuando su caudal
se desborda visceralmente.
Entonces, debemos encontrar esa brisa interna que,
entre las costillas, circula por nuestros pulmones.
Seamos, amantes reposados en aguas tranquilas.
Apacigüemos el rojo intenso de las pasiones,
con el dulce compás de las ondulaciones,
sumergidas en la profundidad de nuestros
pensamientos más sublimes.
Escrito en Julio 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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