y el amor es un sueño, que los mortales inventamos,
para huir del hastío.
La soledad no lleva blonda en sus mangas,
ni maquillaje en su rostro, por más que tratemos
de disfrazar su apariencia.
Devoro los segundos que compone mi vida,
a pesar de acercarme a mi propia muerte.
Ya no queda azúcar en la cúspide de los sueños
y todos mentimos, por no aceptar la gravedad,
que aqueja a nuestro mundo.
Quien ignora, no sufre hoy, pero mañana,
al cruzar una esquina, encontraremos
el espejo, del cual trataremos de escapar
y su azogue, quemará nuestras retinas.
Escrito en Agosto 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz".
No hay comentarios:
Publicar un comentario