a los árboles y el viento,
cerré tan sólo un momento
mis ojos, para escuchar.
Y se obró la maravilla,
todas las voces cambiaban
y el viento las contestaba
de una forma muy sencilla.
Muchos tonos, muchas voces,
percibieron mis oídos,
que nunca había sentido,
por lo que no se conoce.
Pero la magia surgió
y fué un sonido agradable,
como escuchar que te hable,
alguien que nunca te vió.
El viento era un rumor,
acariciando el oído,
en un cambiante sonido,
sin llegar a ser clamor.
Sentí que el viento me hablaba,
de todo lo que veía
y aunque apenas lo creía,
con atención lo escuchaba.
Escrito en Agosto 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"
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