agarro la inconsciencia con las dos manos,
las que necesito para seguir
manteniendo mis escasas ilusiones.
He descendido y he vuelto a subir,
hay un anciano, que me mira
con los ojos, en la trastienda del alma
y sabe todo lo que yo sé y mi temor,
me impide pronunciar.
¿Qué está pasando?
La negrura del asfalto se ha quedado,
no sólo en los zapatos,
ha impregnado el alma, como algo
que intentamos desprender de nuestras suelas,
sin éxito
Escrito en Enero 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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