quisieron destruir, se levanta
mi espíritu de fuego, sobre el agua de lluvia en la tempestad.
Si bebiste la amargura de la envidia,
en la copa rota del desdén,
se habrán agrietado tus labios
y su escozor hará imposible,
que puedas volver a besar.
No volveré a abrazarte, hasta que limes
las aristas cortantes de tu existencia,
que me separan de ti.
Tal vez, cuando reconozcas cada trozo
del espejo que rompiste y devuelvas
la ilusión robada, a sus legítimos propietarios, sólo entonces,
volveré a mirarte a los ojos,
con la franqueza, que antaño
creí ver en ellos.
Escrito en Enero 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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