domingo, 10 de enero de 2021

Buscando la llave de todas las respuestas posibles.

Una llave perdida, no supone más que una oportunidad fallida. Su gravedad o levedad 
se deberá a la envergadura 
de las consecuencias de sus posteriores 
manifestaciones.
Aunque no deseé pensar en ello,  mi mente 
gira bajo la influencia de la gravedad,
que me une a este planeta.


Observo a los muertos gritar en vano,
porque nadie escucha sus voces
y estamos demasiado ocupados 
en desentrañar, lo que por naturaleza debiéramos conocer y saber.


Las velas se consumen dejando lágrimas calientes, para alumbrar la oscuridad 
en la que nos hallamos sumidos
y la claridad es tan sólo, un reflejo 
de nuestras propias ilusiones,
que acaban consumiéndose en el pábilo
de nuestras angustiadas vidas.


Caminamos vestidos con las mortajas,
que llevamos arrastrando con nuestras 
negaciones y renuncias, a una verdad,
que anuncia el fin de nuestros días 
y bajo el lamento de nuestras plegarias,
desaparecen en silencio... cuando ya
todo es irremediable y por su peso,
desciende a las profundidades abisales, 
que en su día creamos, para escapar 
de este mundo, y cuya atracción,
nos produce el vértigo causal y el temor 
a los infiernos.


Si acaso, nada fuera real, 
sea dicha experiencia, la forma 
de abrirnos los ojos, ante un horror 
tan imprevisto, como sentenciado
por nuestras obras.

Escrito en Enero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.






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