domingo, 24 de enero de 2021

Sin nada nacemos, sin nada morimos.

Las miradas tristes caen en el vacío,
se desgastan pronto, como roca inerte,
porque van sintiendo esa lenta muerte, 
en el cauce amargo de un inquieto río.


Y se va buscando en el cielo azul,
la sutil presencia, que vemos lejana,
pues su luz nos ciega y se muestra insana,
igual que la angustia con su denso tul.


El mal nos seduce y atrae con coraje,
a un quebrado cuerpo de alma muy blanca, 
pierde voluntades, su razón se estanca,
en la incertidumbre de crespo ramaje.


La maldad se mueve por nuestra ignorancia,
decididamente se instala en la vida,
no conoce juicio, ni justa medida
y gana terreno desde su jactancia.


Si has vivido siempre alabando al mal,
no huyes de la muerte, porque aunque te asombre,
nunca has sido un dios, sólo eres un hombre,
que por sus poderes, se creyó inmortal.


Y si has procurado una vida dura
a tus semejantes y así los lastimas;
aunque hayas logrado coronar tus cimas,
te espera una triste y fría sepultura.


Ningún bien que lleves, siendo arrebatado,
llevarás al fin, después de tu muerte,
sin nada naciste y así de esta suerte,
sin nada te irás, al ser sepultado.


Escrito en Enero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.











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