entre sus candorosas palmas abiertas.
El cielo sujeta a las nubes y exprime
sus gaseosos cuerpos, hasta que derraman
sus lágrimas sobre la tierra sedienta.
Por su cuerpo inerme, fluyen los ríos
en venas y arterias que se extienden
en una hemorragia de manglares verdes,
mitigando su volcánico sofoco,
agradecida tierra, que muestra su gratitud
en un éxtasis frugal de copiosa naturaleza.
Allá en la ignota inmensidad celeste,
el universo sostiene sin enredos,
los hilos invisibles de todas las órbitas
de los astros y los cordones umbilicales
de quienes han de ver la luz,
en sus próximos nacimientos a una vida,
que se les abrirá como caja de Pandora...
con sorpresas inesperadas.
La vida fluye desde un corazón que jamás
ha detenido su latido.
Escrito en Enero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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