la belleza, las aguas claras
de tu alma.
El cascabel que ríe en tu interior
y un corazón, que no late,
sino que además se expande
en una nube de dicha
y da color a las vidas grises.
Tus ojos, puro diamante,
tallado en buenas obras,
lago inmenso de calma y perfil, donde
la pestaña se torna abanico,
el cual mitiga con su oscilar,
la inquietud de otros ojos,
que buscan respuestas.
Tu voz llena la estancia y el aire
se purifica con el aroma que de tu piel
se desprende.
Amo tu presencia aérea, porque te respiro
y me lleno de ti.
Eres un bálsamo bendecido desde las alturas
y reconozco tu ser entre las malezas
de lo absurdo y la agitación mundana.
Te amo y no sé expresar más, intuyo que soy
cauce en el caudal de tu amor,
me dejo llevar en tu corriente
de aguas mansas y tranquilas.
Si acaso ves belleza en todas estas palabras,
piensa que mi corazón es receptor,
de todo el amor que recibe del tuyo.
Escrito en Octubre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
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