viernes, 16 de octubre de 2015

La solución resuelta en la resolución

Nada tengo y todo soy.
La imprecisión precisa y exacta,
de la inexactitud, perfectamente
imperfecta.
El animoso desánimo  
de la trasnochada noche,
que diurnamente, el día
goza en la ausencia y contemplación
de todo gozo.

Soy la profundidad sin fondo,
de lo que el vacío lleno de ausencias
desfondó.
El ático construido a ras de suelo
y el cansancio que produce 
el excesivo descanso.
Lo innombrado, tantas veces nombrado
y lo prohibido, notablemente aceptado.

La ignorancia ignorada y la sabia sabiduría
de concretar lo inconcreto.
Hacer sin hacer, aunque los hechos hablan por sí mismos,
en el diálogo de las miradas.

Acaso no sea esperada la desesperación
y debamos mentir las mentiras, 
antes de hallar la verdad, que en verdad se oculta.
Lo oculto, tantas veces indagado y descubierto
en su chal sin mangas y abierto hacia los bordes.
Bordes, que no abismos, porque la imaginación
crea en un mundo de sombras la luz 
que los cuerpos proyectan.

La claraoscura transparencia de la opacidad
que por falta  de intensidad, niega a los ojos impíos.
Después de lo visto, nada más que ver.
La realidad es una verdad resuelta,
vista a través de los cristales empañados.

Escrito en Octubre 2015 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”








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