la lejanía se presiente,
en primer plano, la vista se pierde.
Fundidos en el paisaje agreste y libre,
el viento en circulación, rondando el verdor
o enamorando las flores.
Algunas aves recortando el azul
con sus negras siluetas
y la tarde se resuelve como un enigma
de luces y sombras.
El juego entre los tonos de las nubes
y ese esconderse en los rincones
y oquedades de las rocas.
Quietud en el ánimo y el otoño apresurado
con las últimas lágrimas de lluvia melancólica.
Acaso ojear en el hogar, las fotos amarillas
del viejo álbum familiar, echar otro leño en la chimenea
y arroparse con esa manta tan confortable
que heredamos de la abuela.
Tiempo de añoranzas, de encuentros,
los abrazos tienen un sabor especial
y se recobran las viejas amistades de antaño.
Escrito en Octubre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“Zuhaitz”
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