cada día, tratar de perpetuar
esa constancia que se alarga en las horas
y que se resume en el tiempo,
cuando forma ya, parte de la memoria.
Esa búsqueda infinita del día venidero,
cuando la noche cae y en el descanso,
nos abandonan nuestra voluntad
y nuestras fuerzas.
Es ese abrir de nuevo los ojos,
mezclarse con las gentes y convivir,
aprender de nuestros errores,
más que de nuestros aciertos
y considerar que todos aprendemos de todos.
Es esa sonrisa de media luna plateada,
entre dolor y dolor, el mitigar la angustia
con dosis de valentía y humor
y tener una mano abierta que ofrecer en el esfuerzo
y los ojos mirando al horizonte con esperanza.
Vivir es alargarse en el tiempo con la conciencia
en los pasos que se han dado y se darán,
dejar huella sin herir, quedarse un poco
en la vida de los demás, seguir en el camino
sin mirar atrás y aprender de la propia experiencia...
sin más.
Escrito en Octubre 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
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