hacia el interior del alma,
en esa habitación, donde la desnudez
se hace patente y nada se puede ocultar
a nuestros ojos.
Ver toda la esencia de la verdad
de lo que somos, sin ornatos,
ni excesivas palabras.
Tal cual, sin muros, ni paredes,
sin visillos, tras los cuales
esconder todo aquello,
que nos preocupa.
La vergüenza al amor
o esa timidez
que descascarilla nuestra presencia
ante los demás.
Un viaje al interior de nosotros mismos,
para hallarnos con esa precariedad,
que el tiempo va colocando
y apilando en vivencias, tal vez
sin un propósito claro,
pero decididamente marcado,
en la dirección de nuestro destino.
Escrito en Febrero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito." Zuhaitz"
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