viernes, 5 de febrero de 2016

Una mirada enamorada

Siempre que llueve,
el frío anida en el alma
 y se siente la incomodidad 
de un cuchillo en el costado.

Esa sensación, parece no abandonarte,
cuando el desánimo te vence
y tu cuerpo se va encorvando,
como un junco mecido por el viento.

Todos deseamos la luz y el calor,
para calentar nuestros cuerpos
y que penetre en nuestra alma,
hasta el rayo más ínfimo.

Tormentas de agua, frío granizo
y emociones desatadas e incontroladas,
un tiempo de dolor y frío, que busca
el calor de la llama y la combustión espontánea,
que ejerce el amor sobre nuestras vidas.

El tibio calor de unos labios, espadas candentes,
que al corazón inflama, creciendo en la hoguera
de nuestras pasiones.
La entropía de la luz y de las sombras 
en la vertiente de unos besos, gozados 
en secreto, en la última estancia del ángulo oscuro,
donde no existe más claridad, que tus ojos
en el obsequio de una mirada enamorada.

Escrito en Febrero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito. "Zuhaitz"



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