que guardamos en nuestra vida,
observamos desde otro plano,
los aciertos y errores cometidos.
Esa infructuosa búsqueda de la verdad
y del amor, sin observar las señales,
que nos envían y que determinan
el éxito o fracaso de dicha búsqueda.
No fracasa quién es despechado por el amor,
sino quien niega al amor.
Hay un malvado duende que trastoca
los corazones sensibles e inseguros.
La fortaleza está en saber lo que se quiere
y luchar por ello.
Llega un momento en la vida,
que se debe clarificar las ideas,
para no sufrir, ni hacer sufrir a los demás.
La madurez debe ser primordial,
el amor no es un juego de títeres
y nadie debe sufrir los palos,
para que, a cuenta de su desgracia,
otro apoye su ficticia felicidad.
Escrito en Febrero 2016 por Eduardo Luis Díaz Expósito."Zuhaitz"
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