y las espinas a los recuerdos
que puedan herir y me quedo
galopando al viento
con la densidad etérea de la imaginación .
El armario vacío y una sensación
de humedad en los ojos y fuego
que quema la razón, para dejar
una huella en el alma,
que no en el olvido.
Hay un duende travieso y maligno
que desordena el rimero que aglutina,
todas las ilusiones vividas
y las trastoca y vence de pronto
la ingravidez de las risas,
volviendo la mueca estirada
del labio que rezuma tristeza.
Sin embargo, siendo alegre,
la tristeza sigue viviendo
en el ático y a veces me visita
sin aviso previo.
No es de recibo sentir el golpe helado
de la angustia, cuando crees,
que a pesar de todo, vamos bien
y se va solucionando ese problema
que nos acucia.
Sigo pensando que una forma de morir
es estancarse en recordar
lo que se ha vivido.
Escrito en Agosto 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz ".
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