viernes, 21 de agosto de 2015

¡Oh triste calavera!

¡Oh calavera, enjuta y resumida!.
En puro hueso, del blanco mortecino 
al amarillo lívido y enfermizo.
Huye de ti, la noche y sus terrores,
como si las sombras no ocultaran
tu tétrica sonrisa.

Enigma del rostro que te cubría,
todo un ejercito de músculos,
dedicados al gesto y la expresión.

¡Oh doliente corazón!.
¿A dónde sus ojos fueron?.
O sus labios llenos de vida,
que besaron y conversaron
hasta en la ausencia.

¡Oh calavera triste!.¡Cuánto secreto hay,
en tu impávido talante!.
Hueso mineral en su estructura,
piedra y fundamento en osamenta dura,
que traza su penosa arquitectura.

Contempla la vida desde tu muda presencia,
desde el espanto de quien teme tu suerte,
de quien temiendo a la vida,
no se resigna a la muerte.

Paralizas el tiempo en tu imagen.
No expresas emoción, ni llanto alguno
e infundes el temor irracional,
a quien preso en el limo primordial,
se consume en tu llama, con la lumbre
de quien vive con angustia entre la duda
y el tesón inquieto de la incertidumbre.

¡Oh demacrada calavera!.
De ti, sólo capto el frío invernal de toda ausencia.
No me inspiras temor y en consecuencia,
prefiero vivir mi vida, como eterna primavera.

Escrito en Agosto 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".






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