el viento vaga libre sin puertas, ni ventanas.
Cierto es, que el lamento se repite
en la voz seca del eco,
pero también la risa y el canto.
Sucede cada día un nacimiento,
una seda rosa con el llanto reciente
o grito a la vida.
No hay un último caso, porque sucede,
que todo es una procesión
frente a los ojos del mundo.
En el camino se vuelve a la inercia,
que la vida imprime a cada paso
y uno se da cuenta de lo que cuenta
y de lo que guarda en su memoria.
Un devenir a distintos ritmos y humores,
dependiendo de lo que acontece a cada momento.
La alegría es efímera y explota en su burbuja
con la fuerza de una carcajada.
La carcajada es tirar piedras al espejo,
para reírnos de la deforme imagen
que de la realidad creamos.
Es el chiste también, la pedrada
en la frente de la seriedad,
que derriba al gigante que perdió
su humor infantil y su risa cantarina.
Se agita la respiración y cambia
el ritmo del corazón,
como marcando un nuevo ritmo,
más acorde y menos aburrido.
Soplar sobre las cenizas de la monotonía
y gozar cerrando los ojos.
Cerrarlos para vivir con más intensidad,
para amar, sentir o simplemente reír.
Escrito en Agosto 2015 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario